jueves, 30 de abril de 2009

Campo (lll)

- Muñeca ¡Sube a la moto!
- Te he dicho que no, conduces como un loco y además has estado bebiendo.
- Un par de cervezas no es NADA.
- Me da igual. Pero bueno ¿Qué te crees tú? Apareces cada quince o veinte días, ni una llamada, nada, y pretendes que esté disponible para ti cuando te da la gana. Pues no, tengo una vida que atender. Yo no te exijo nada ¿verdad? Pues tú tampoco lo hagas. Tengo que estudiar, no puedo estar pendiente de ti. Si te ha dado por ir a vivir al campo, solo, en ese lugar absurdo, es tu problema.
- Pequeña y tonta burguesa. Vivo solo, en el campo, porque me gusta. La ciudad es un puta mierda, y tu facultad y tus estúpidos amigos niños de papá, también.
- Te recuerdo que tú también has ido a la facultad. Y no entiendo cómo tiras a la basura tantos años de estudio sin más, aislándote de esa forma.
- Si eso no me lo planteo yo, no tienes por qué hacerlo tú.
- Ya, tienes razón, es perder el tiempo. Me voy 10 días a Uruguay de vacaciones, a casa de una amiga.
- ¡Perfecto! Te voy visitar, puedo ir con la moto.
- ¡No! Escucha, aprecio mucho a mi amiga y a su familia. Son un poco convencionales, no puedes aparecer.
- ¿Te avergüenzas de mi?
- Un poco, sí. Sabes que soy muy sincera. Vas con esas pintas, siempre intentando llamar la atención, montando escándalos por nada. Se preocuparán si me ven contigo.
- Muñeca, sube a la moto.
- No puedo, tengo que estudiar.
Su mano áspera me coge el brazo, me acerca a él. Apoya su frente sobre la mía.
- No me dejes sólo esta noche, por favor.
Lo miro a los ojos, siento su miedo, su soledad, su desolación. Coloco mi mano sobre su mejilla.
- Voy por mis libros, espera.
Subo a su moto por fin.
- ¿Has limpiado un poco?
- No, todo está igual o peor.
- Mierda.

domingo, 26 de abril de 2009

Campo ( II )

- Espera muñeca, voy a dar la luz, esto está muy oscuro.
Cuando lo hizo mi sorpresa fue enorme. 
- ¿Aquí vienes con tu familia los fines de semana?
- ¿Familia? Qué va. Esto es mío. Aquí sólo entro yo.
- ¿Es mi imaginación o todos los objetos que nos rodean están rotos?
- Buena frase, todo está roto, y me gusta así.

Sillas reparadas con trozos de alambres, nevera sin asa, sofá sin pata, calentador sin tapa, cacharros de cocina del año 1910. Un lugar enorme sin un mínimo de calor, de color, de estilo personal. Sólo cosas útiles y rotas reunidas en un gran espacio. Sin embargo, en el salón encontré una antigua biblioteca con muchos libros llenos de polvo, solitos, abandonados. Eran reliquias.

- Si quieres llévate algunos, eran de mi madre.
- Gracias, luego los miro. ¿La habitación?
- Pasa, mírala tú misma. (No había cama, sólo un colchón en el suelo) Las sábanas están limpias, y yo me he duchado para ti, muñeca.
- Ya, tu pelo brilla, no sabía que era capaz de hacerlo. Joder, ¿una escopeta?
- Estamos en el campo, por la noche esto está muy oscuro y a veces se va la luz, no es tontería, tienes que estar preparado, puede acercarse cualquier delincuente y no te enteras, la tengo para asustar, creo que no está cargada.
- ¿Creo?
- Sí, me la dio mi padre y ahí se ha quedado, no la he tocado.
- Ya.
- ¿Una birra?
- No bebo, me mareo enseguida.
- Joder, eres como Heidi. Ven, vamos a sentarnos.

Comenzó a besarme.

- Espera.
- Qué, muñequita.
- Tengo que decirte algo.
- Dime (Sin dejar de besarme).
- No lo he hecho nunca.
- ¿Qué? Se llevó las manos a la cabeza y se puso de pie, lentamente.
- Qué, qué.
- Esto cambia las cosas.
- ¿Por qué?
- No podré tratarte como...
- ¿Como a una prostituta?
- No iba a decir eso.
- Mira déjalo, llévame a casa, esto no marcha.
- Iba a decir 'cómo tenía pensado tratarte'. Ven. Y comenzó con sus palmaditas en el colchón para que me acercase.
- Ahora no quiero, estoy cabreada, quiero irme a casa.
- Ven (Finalmente voy y me siento a su lado)
- ¿Qué?¿Tienes miedo?
- Muñeca, no me desafíes, la que tiene miedo eres tú.
- ¿Yo? Eso te crees tú. (Mierda, por qué no me habré acostado con el italiano gilipollas, al menos ahora tendría algo de experiencia).
- Tranquila.

Comenzaron los besos. Más besos. Va a quitarme la ropa, coño, ¿qué bragas me puse? Ah, sí, las nuevas. Me dejo, me dejo. Joder me estoy ahogando, que pare. No, que no pare. Me va a doler, guau, me muero. Si este capullo cree que por unos besitos y caricias me va a tener en el bote, está muy equivocado. ¿Qué? No lo dejaré hacer eso. Sí, lo dejaré, que lo haga. ¿Y eso? eso no, o sí, no pasa nada, déjate de mariconadas, que lo haga. De pronto escucho en el absoluto silencio de la noche un 'Uf, muñeca, qué piel'. Sólo eso bastó para explotar, y exploté.

Me miró a los ojos

- ¿Estás bien?
- Sí ¿Volvemos mañana?

Y los dos soltamos la carcajada.

sábado, 25 de abril de 2009

Campo

- ¿Adónde vas con tanta prisa muñeca? Miro a mi alrededor, no veo nada. Escucho un 'aquí'. Miro hacia abajo, una cara asomaba por debajo de un coche.
- A la facultad. ¿Qué haces ahí?
- ¿Tú qué crees? Estoy arreglando mi 'chata' ¿Te llevo?
- Perdona, no quisiera parecer desagradecida pero ¿Has visto tu 'chata' por dentro? Parece un basural.
- Espera. Cogió una especie de trapo sucio, lo sacudió, lo alisó y lo colocó sobre el asiento del acompañante.
- Ahora es otra cosa ¿No? Sube.

¿Cómo podía ser tan guapo? ¿Cómo podía ser tan bruto? ¿Cómo podía estar tan sucio? Indefinible. Ojos increíbles ¿Amarillos? ¿Dorados? ¿Ámbar? Nunca lo supe con seguridad.

- Vale, pero date prisa, no llego.
- Sí, muñequita. Se sentó delante del volante y dio unas palmaditas al asiento, (sin separación en el medio), para que me acercase.
- Qué quieres.
- Ven, acércate.
- No, estás muy sucio.
- Qué importa ¿Vas a darme un beso alguna vez?
- No lo creo.
- ¿Paso esta noche a buscarte? Vamos al campo.
- ¿En ésto?
- Sí, en esto.
- Vale. A las 8.

Estás loca ¿Campo? ¿Qué campo? Te mira y no razonas, no te enteras. Joder, siempre detrás de los raros, los diferentes, los que van de duros pero luego no lo son. Me pareció haberlo escuchado mencionar en alguna ocasión que tenía una casa en el campo, seguro que se refería a eso. Lo conocía desde hacía años, había salido un par de veces con mi hermana, vivía en la casa de enfrente. Siempre sucio, siempre debajo de los coches. Además de la 'chata', tenía un cochecito rojo, de dos asientos, descapotable, que decía haber construído él mismo. Conocía a su familia de vista. Dos hermanas guapísimas, una modelo, la otra cantante. Pero nunca habíamos salido así, en plan cita de verdad. Y ahora había quedado nada menos que para ir a una casa en el campo, donde nos encontraríamos solos. Bah, en el fondo estaba encantada, me gustaban los retos. A ver con qué me sorprendía el destino esta vez. Todavía no había encontrado al adecuado. Con 19 años, ya iba siendo hora de quitarme ese peso de encima.

viernes, 17 de abril de 2009

Final

(16 años)
Aquel día papá se escapó, sufrió un infarto fulminante en un hotel, junto a una prostituta, y murió después de unos minutos en los que no hizo más que pronunciar en voz baja el nombre de mi madre. El chófer se presentó en el colegio para recogernos a mi hermana y a mí, sólo nos bastó ver su expresión para saber que algo grave había ocurrido. Juntos fuimos a recoger a mi hermano pequeño a otro colegio y nos dirigimos a casa, en silencio. Al llegar encontramos a mi madre y mi hermana mayor llorando, en el salón. Mi madre envió a mi hermano a su habitación y nos contó a las tres hermanas lo sucedido. Algo debió ver en mi rostro ya que se acercó de prisa, me abrazó y me dijo -'Andrea, cariño, respira, ni por un momento se te ocurra pensar que ha sido tu culpa, tu padre no deseaba vivir, era un hombre atrapado en un cuerpo que detestaba, era inmensamente infeliz'-. Fue una frase oportuna, oportunísima, eso impidió que cayera en brazos de la culpabilidad, en definitiva era a mi a quién había pedido el favor de controlarlo de cerca, y no pude hacerlo. Con los años comprendí que era algo imposible, una niña de 16 años no es capaz de asumir semejante responsabilidad, pero por un momento el dolor y la culpa me golpearon, dejándome sin respiración, hasta escuchar esa frase de labios de mi madre. A partir de ese día, nuestras vidas cambiaron para siempre.

Fin.

------------------------------------------------------------------------------

..Tres meses después de esa entrevista me encontraba embarazada, felíz y tranquila esperando que los meses se deslizaran sin prisa. Fue la época más pacífica de mi vida. Me atendían, me mimaban, me querían, y yo me aprovechaba. Me permití ser un poco caprichosa y consentida. ¿Por qué no? En el fondo tenía algo de miedo ¿Y si resultaba ser un fracaso como madre? ¿Y si el niño no me caía bien? Joder, la cantidad de tonterías que puede uno pensar en momentos como ese. Me porté fatal durante el parto, no quise colaborar, me encontraba paralizada de miedo y de dolor, abrazada a mi adorado ginecólogo, suplicando una cesárea. Me cogió por los hombros enfadado y dijo. -'Andrea, si no colaboras tendré que hacerte inhalar un gas tranquilizante, estás hiperventilando y eso puede hacer daño al bebé'-. ¡¡Si!! Quiero inhalar ese gas, dámelo ya mismo. Y así fue como tuve a mi bebé prácticamente 'colocada'. No sé muy bien si el mérito fue mío, del gas, o del anestesista que no dejó de presionar mi enorme barriga hacia abajo para ayudar a salir al niño. El caso es que mi parto fue un escándalo que no olvidaríamos ninguno de los que participamos en él, pero logré mi objetivo, hoy tiene 10 años y es el único hombre que conozco que es capaz de hacer conmigo lo que quiere. Volvimos a Madrid hace ya 7 años, intento vivir lo mejor que puedo, aunque a veces me cuesta, soy inquieta y la rutina me agobia mucho, busco y busco, sólo quiero vivir a mi manera.

Fin.

lunes, 13 de abril de 2009

Esperanza

(16 años)
- Andrea, debes controlar más de cerca a tu padre, últimamente le ha dado por perseguir a las mujeres, va detrás de todo lo que lleve falda y ya sabes que el médico le ha prohibido todo tipo de actividad que lo excite, o mm podríamos decir que sexual, tú ya eres mayor y puedes entenderlo ¿Verdad? sería letal para su corazón. Tus hermanas están con sus cosas y no me hacen caso, pasan de todo, tu hermano es demasiado pequeño, sólo puedo contar contigo. Tengo que sacar esta familia adelante como sea y no puedo hacerlo sola, tienes que ayudarme.
- Pero mamá, yo tengo que estudiar, no puedo estar controlando si papá se va o no detrás de las mujeres, joder ¿Te parece normal? Sólo quiero ir al colegio y vivir como todos mis amigos.
- Eso no es posible Andrea, tus amigos no tienen en casa una persona enferma como tu padre, tú tienes más responsabilidades que ellos, y yo te necesito porque estoy agotada, no puedo sola, te aseguro que no puedo.
- Vale pero ¿Qué tengo que hacer exactamente?
- Si lo llama un tal Antonio, no le pases el teléfono, es ese antiguo amigo suyo, que no hace más conseguirle citas para que conozca mujeres, mm especiales.
- ¿Especiales?
- Si, no preguntes tanto, sólo tienes que estar pendiente de las llamadas de ese Antonio y evitar que hable con él.
- Ok pero todo esto es surrealista, me voy al colegio.



------------------------------------------------------------------------

..Comenzó mi lento peregrinar por todas las consultas ginecológicas de Buenos Aires. Me sometí a todas las pruebas necesarias (Incómodas y bastante dolorosas algunas) para lograr un buen diagnóstico y poder realizar el tratamiento oportuno, pero no daban con el problema. Ya harta, me presenté en la consulta de un ginecólogo-obstetra que me habían recomendado, aparentemente uno de los mejores, 'hace milagros' decían, y así cobraba. Cuando me estrechó la mano le dije con toda mi mala leche -'Si me vas a decir que no puedo tener hijos me largo ya, no tengo ganas de escucharlo otra vez'-. Me miró fijamente y dijo -'Ven, túmbate junto a este aparato, te haré unas primeras exploraciones para ver un poco el panorama'-. No abrió la boca durante los 20 minutos que necesitó para estudiar minuciosamente mi interior. Por fin me miró para decir -'Tendrás a tu hijo'-. Dios, como adoré a ese hombre.

viernes, 10 de abril de 2009

Propósito

(16 años)
- ¿Dónde está tu padre?
- No lo sé ¿No estaba contigo?
- No, ya he buscado en la habitación de tu hermano y también por todo el hotel, no lo encuentro.
- Mierda, si salió solo del hotel estamos en problemas, te dije que no era buena idea lo del viaje.
- Vale, déjalo ya, dijo que era su último deseo, no podía negarme.
- Mamá, estamos en París, no conocemos la ciudad, si se ha perdido tendremos que dar aviso a la policía. Un hombre de 65 años que apenas puede comunicarse y que a veces actúa como un niño... ¿Crees que podría volver solo al hotel si se aleja? No podrá preguntar a nadie, mierda, ¿Has hablado con el chófer?
- Sí, no lo ha visto.
- Ok, avisa a los chicos, vamos a salir a buscarlo por los alrededores.


Lo buscamos durante dos horas, separándonos, para formar dos equipos. De pronto, caminando por el parque que rodea la torre Eiffel, nos pareció ver, a lo lejos, una figura familiar sentada en un banco, nos acercamos lentamente por detrás. Ahí estaba mi padre, felíz, observando a las mujeres pasar y preguntando a cada una de ellas sin pudor : ¿Facciamo l'amore?


-----------------------------------------------------------------------------

Pero cuando me dijo 'Cariño, las pruebas que te hemos hecho me dicen que se te hará muy difícil quedar embarazada, tómatelo con calma, y ve haciéndote a la idea de que quizá no puedas lograrlo'. Lo fulminé con la mirada. Me levanté y dije 'Te equivocas, tendré a mi hijo, y saldrá de éste cuerpo, pronto te lo traeré para que lo conozcas'. Qué sabría él, un simple medicucho que apenas pasaba los treinta. Jodida y puñetera vida, Había dejado a un hombre al que quería porque no se sentía capaz de tener hijos y resulta que ahora la que no podía tenerlos era yo, qué ironía tan cruel. Pero ya verían todos, lo lograría. Llegué a casa y me metí en el baño. Durante una hora entera me dediqué a romper todo lo que encontré en él, acabé en el suelo respirando agitada y con aspecto de loca. Cuando ya no quedaba nada sano a mi alrededor, abrí el armario y me dispuse a romper con paciencia cada objeto que encontré dentro del mismo, salí del baño mucho más tranquila, lograría mi propósito.

martes, 7 de abril de 2009

Pérdidas

(15 años)
- ¡Despierta! Ya viene..
- ¿Qué..?
- Por favor, ya viene otra vez, esta vez no he hecho nada, no sé qué es lo que quiere, no sé por qué me odia, dile que me deje en paz, díselo.
- Tranquila, es un hombre enfermo, yo lo calmaré, no te preocupes. ¿Dónde está G? ¿Y mamá?
- G durmiendo en su habitación, y mamá en la empresa.
- Vale, métete dentro del armario, que no te vea, ya lo arreglo yo.
- Te juro Andrea que estoy harta de esta mierda, en cuanto pueda me largo de esta casa.
- No digas tonterías y métete en el armario que ya está aquí.

....

- Papá, anda ven, deja de gritar, aquí no hay nadie, vamos a la cocina, te prepararé tu café con leche, ya..ya. Tranquilo. No papá, no debes tocarme así, eso no está bien, soy tu hija. Ya.. anda, siéntate y cuéntame otra vez cómo te han hecho esa herida en la cabeza ¿Lo recuerdas? Fue en la segunda guerra, cuéntamelo otra vez..No papá, no llores, inténtalo, si practicas, cada vez hablarás mejor, ya lo verás.

..............................................................................

Nos casamos tres meses después de la muerte de mi madre. Me dejé llevar, sin pensar demasiado. Luego, mis hermanos y yo debimos enfrentarnos a otra muerte más, la de nuestra empresa. Mi madre había contraído muchas deudas, descubrimos cosas, entramos en el descontrolado mundo de las leyes y nos rodeamos de abogados, intentando salvarla. Una empresa de más de veinticinco años, que nos había permitido vivir muy cómodamente se evaporaba frente a nuestras narices. No hubo nada que hacer, lo perdimos casi todo, incluídas las propiedades. Un país tan difícil, dónde los sobornos estaban a la orden del día, dónde no se podía confiar en nadie más que en uno mismo. Decidimos dejar de luchar, de todas formas ya estaba todo perdido. Comenzaríamos de cero. Cada uno hizo lo que pudo. Yo me dedicaría a mi casa, a mi marido, a recomponer mi cuerpo, mi alma y mi mente. No quise trabajar por un tiempo. Tuve la suerte de contar con un marido muy capaz, que logró moverse correctamente en el mercado y disponer de un sueldo más que potable para los dos. Me tranquilicé un poco, abandonándome en brazos de la rutina para que anestesiara mi mente. En ese momento pensé que quizá lo único que podría traer más alegría y sentido a mi vida sería la llegada de un hijo, y me dediqué a buscarlo pero...

viernes, 3 de abril de 2009

Flores

(13 años)
Que no me vea, por favor que no me vea. Cruzaré la calle y no se dará cuenta. No quiero que me vean con él, me da vergüenza, camina con bastón y su brazo cuelga como muerto, no le entiendo cuando me habla ¡Me llama! ¡Me está llamando! Joder no le haré caso, creerá que no lo escuché (me voy corriendo). Llego a casa una hora después. Sentado en la cocina, mi padre me señala con su bastón, balbucea: ¡Te he visto, me has visto!- y comienza a llorar..

------------------------------------------------

Hasta que.. Un día, al llegar a casa de mi madre, me encontré con un estupendo ramo de rosas rojas.
- ¿Flores?
- Son para ti.
- ¿Quién me las envía?
- M. También ha llamado por teléfono, quiere hablar contigo.
- ¿M? Vaya, ha pasado mucho tiempo ¿Cómo estará? ¿Te ha dejado algún número de Madrid? Lo llamaré en cuanto pueda, ahora tengo que irme.
- Andrea, está en Buenos Aires.
- ¡Qué dices! Ah, claro, ha venido a ver a su familia.
- No, ha venido a verte a ti.
- ¿A mi? ¡No! No quiero verlo, no quiero saber más, me voy a navegar, ya me contarás luego..
- Espera.. Se ha enterado de tu separación y me ha pedido que te diga que vino especialmente para hablar contigo, necesita verte.
- No lo sé mamá, ya veremos, no quiero pensar en eso ahora.

¿M? Aquel hombre que dejé triste y dolido en Madrid, después de haber vivido seis años juntos?
Nos vimos. Todavía me quería, sabía que estaba sola y no dudó en viajar a Buenos Aires para intentar volver conmigo. No supe qué decir, era un momento confuso, vivía disfrutando de lo social y tenía la cabeza más hueca que nunca. No dije nada, sólo lo dejé hacer. Decidió permanecer en Buenos Aires indefinidamente, se mudó muy cerca de mi casa y se limitó a esperar. Llamaba cada semana para preguntar como estaba, me hacía pequeños regalos, me invitaba a cenar o al cine. Continué con mi vida social pero siempre procuraba disponer de un hueco para verlo o hablar un rato con él, me conmovía su forma de actuar. Ese mismo año perdí a mi madre de la forma más cruel que pueda uno imaginar. Ciega de dolor, la primera persona a la que llamé fue a él. Cuando llegó, lo miré y dije 'Estoy sola' Me dijo 'No, te casarás conmigo, yo te cuidaré.. ' y acepté.

jueves, 2 de abril de 2009

Soltera

(Doce años)
- Mamá, adónde vamos?
- Al hospital a ver a tu padre.
- Pero..
- Escucha, debes estar preparada, no lo verás como siempre, tu padre ha sufrido un ataque y ha tenido consecuencias, te pido por favor que lo saludes con cariño, te acercarás y le darás dos besos, cuéntale como te ha ido en el colegio.
......

- Mamá, ese no es papá, no puede andar, tiene la boca torcida, no sabe hablar, quiero irme a casa, no me acercaré, déjame en paz.
- Acércate ¿No ves que te está llamando?
- ¡No! No lo haré, déjame en paz y vete a la mierda. (me voy corriendo).

-------------------------------------------------

Llegar a Buenos Aires con 30 años, después de haber vivido en pareja durante ocho años en Madrid fue un poco fuerte, pero mi madre y mis hermanos se encargaron de ofrecerme todos los mimos que necesitaba, me sentía algo frágil. Decidí tomarme un descanso y disfrutar de mi recién estrenada soltería, nada de hombres por un tiempo, me dedicaría a trabajar y a integrarme nuevamente en la sociedad porteña. Tres meses después ya estaba totalmente integrada gracias a mis amistades, que siempre me encargué de mantener a pesar de la distancia. Recibir invitaciones cada noche (bendita frivolidad, que llega cuando más la necesitas), fiestas super divertidas organizadas por mis amigas azafatas de vuelo, salir cuando me daba la gana, volver a cualquier hora. La verdad es que disfruté mucho de esa etapa, vivir sola me encantaba. No dejaba de conocer gente y bueno, ligar nunca se me dio mal pero no porque me lo propusiera, las oportunidades simplemente aparecían, como aquel traumatólogo tan simpático con el que empecé a salir, una especie de amigovio, descartado completamente el día que sugirió con cierta prepotencia que usara falda y tacones. O aquel empresario quince años mayor (parecía mi padre, la verdad) pero poseedor de un estupendísimo barco que era mi perdición, qué atardeceres más increíbles en el río, qué noches de luna llena más impresionantes a bordo, llegábamos hasta Colonia (Uruguay) y hacíamos noche allí. En fin, que me lo estaba pasando estupendamente, no necesitaba compromisos de ningún tipo, sólo trabajar y disfrutar ¿Para qué más? Hasta que...