jueves, 29 de octubre de 2009

Esos días.

Esos días en los que te ocultas y no sabes bien por qué, en los que nada te conforma, el mundo es extraño, los silencios duelen y la mente trabaja a toda leche, dando forma, cuerpo, a las ideas. Un remolino sin forma que no encuentra su lugar. Lectura rápida, casi a escondidas, que no me vean leer, leer es permanecer inmóvil más tiempo del que se debe en un mundo con prisas, sin embargo necesito hacerlo, y me da igual que se enfaden y me recriminen, si, lo sé, me retraso en mis obligaciones. Apelo a al egoísmo, al 'no me importa', no, no me importa, nadie saldrá perjudicado si no me paso hoy por el banco, o si no me da la gana cocinar, que se apañen, hoy quiero escribir. Leer a Bukowski no es buen plan por la mañana, hace que mi estado de ánimo decaiga, pero no puedo evitarlo, entrar en su mundo es turbio y dulce a la vez. Después de un par de poemas crudos y 'sucios' de los suyos, cojo el libro "Nace tu cuerpo en mis labios" de mi amigo Emilio Gómez, y leo ésto: 'Desperté de un largo sueño y lo primero que vi fueron tus labios sonriendo, tus ojos desbordando amor'. O ésto: 'Vagué mucho tiempo en el silencio de la noche sin saber que tú también me buscabas. Ahora te siento a la luz del día y tu luz me sorprende'. Una ola de ternura me invade, lloro un poco a modo de desacarga, dejándome llevar por la emoción, palabras duras, palabras tiernas, sin embargo fuertes, las dos. Ahora sí me voy, mis obligaciones me esperan, me gusta robar tiempo al tiempo, de vez en cuando lo desafío, para que no se crea el dueño del universo..

martes, 20 de octubre de 2009

Paciencia

- No me ha llamado ni me ha escrito, y han pasado dos días.
- Ten paciencia, ya te llamará.
- No. Seguro que no le he gustado.
- Eres muy ansiosa, deja pasar unos días.
- No entiendo porqué me impediste llamarlo.
- No puedes llamarlo y decirle 'me gustas'.
- ¿Por qué no? No lo entiendo. Me gusta.
- Es mejor dejar que te llame. Eres muy ingenua.
- Cada vez entiendo menos. Es absurdo. No soy idiota. Simplemente me gusta y me apetece decírselo.
- Las cosas no funcionan así. Además no deberías acostarte con él todavía.
- ¿¿Por qué no?? ¿En qué siglo vives?
- Deja que te desee un poco más.
- No sé si hago bien al escucharte. No tengo idea si me acostaré con él o no, pero si me apetece y el momento lo requiere, claro que lo haré. Suelo dejarme llevar por mis impulsos.
- Y por eso acabas sufriendo.
- Acabo sufriendo porque siempre me decepcionan. No he tenido suerte, eso es todo.
- Deberías escuchar mis consejos.
- Tus consejos me aburren muchísimo. Pásame el móvil.

------------------------------------------------


Nos vimos. No quise saber la razón por la cual no me había llamado. Lo noté ilusionado, le gustó que lo hiciera yo. La ocasión lo requirió. La habitación era bonita, alejada del ruido. Tuve algo de miedo, sabía que sería un momento especial para mi, pero tenía dudas sobre él, me apetecía que los dos invirtiésemos la misma cantidad de energía, de ganas, era mi mayor deseo. Un sólo detalle bastaría para echarlo todo a perder. Un gesto, un olor no deseado, una caricia mal ejecutada. Pero también sabía que si realmente merecía la pena, dejaría pasar ciertos detalles que por otra parte serían propios de una primera vez. Me acerqué a la ventana, en la oscuridad, sintiendo su mirada sobre mi espalda. Un débil resplandor azul iluminaba mi silueta. Comencé a quitarme la ropa lentamente, en silencio. Giré para encontrarme con sus ojos; recorrían ávidos mi azulada desnudez.

- Ven, dijo.

Ya en la cama, con su tibio cuerpo sobre el mío y mi mano en su rostro, dije:

- Espera, mírame bien, hay más además de ésto ¿Sabes mirar más allá, o sólo deseas un cuerpo?
- Deseo un cuerpo, y a ti.
- Respuesta correcta.

Un enorme y audaz beso confirmó mi aprobación. No me equivocaría esta vez.

domingo, 18 de octubre de 2009

Respiro

Entonces respiro. El aire entra repentinamente en mis pulmones. Una hora después me encuentro mareada pero viva, hablando con mi amiga.

- Tendrás que ir tú, ya ves que no puedo caminar. Creo que tengo la pierna rota.
- No te dejaré aquí con estos dos.
- Míralos, no pueden con su alma. Están bastante peor que yo y encima borrachos. No ocurrirá nada, tienes que ir a por ayuda.
- Me llevará un par de horas llegar a la ciudad, por aquí no pasa un alma y el trayecto será lento. Me duele todo.
- Lo sé. Tranquila, no nos moveremos de aquí, tengo una botella de agua y un chocolate. Vete por favor, no dejes pasar más tiempo.
- Ok.

---------------------------------------

- Rubia.
- Qué quieres.
- Lo siento.
- No me digas.
- Estuvimos en una fiesta en la playa. Bebimos demasiada caipirinha.
- Pues no deberías haberte detenido entonces. Juega con tu vida si quieres, pero no con la de los demás.
- No me di cuenta de mi estado, pensé que controlaba más. ¿Cómo te llamas?
- No te lo diré. No me hables, déjame en paz.
- Mira, está anocheciendo.
- ¿Y qué?
- No me encuentro bien. Me duele y tengo frío.
- Espera. Toma, bebe un poco de agua y una toalla.

Descubro sus ojos. Son claros y bonitos.

- Lo siento.
- Déjalo ya.
- Eres muy guapa ¿Te duele la pierna?
- Sí.
- Esa estrella brilla tanto como tus ojos. Mírame otra vez.


Al llegar, la ambulancia descubre a tres personas. Una durmiendo; las otras abrazadas y en paz disfrutando de un nuevo presente construído en un pequeño lapso de tiempo. Las segundas oportunidades otorgadas con fe, logran imposibles.


jueves, 15 de octubre de 2009

Playa


- ¿Hacemos autostop para volver a casa?
- ¿Te parece? Me da algo de miedo.
- Todos lo hacen. Venga.
- Vale. Pero todavía no nos vamos ¿No? Se está muy bien en la playa a esta hora.
- Ok, una hora más y nos vamos. Así nos da tiempo a decidir qué nos vamos a poner esta noche.
- Ya. Pues nada de lo que traje me gusta, quizá te pida algo prestado.
- No creo que te guste nada de lo mío, tienes un estilo muy particular.
- Gracias, amiga.
- De nada. Sé que te encanta vestir así. No te quejes.
- Tienes razón, me encanta.

 En la carretera.

- Mira, uno se detuvo.
- Corre.
- ¡Hola! ¿Vais a la ciudad?
- Sí. Os llevamos.

Susurros

- No me gusta su aspecto, creo que está borracho.
- Qué dices, yo no he notado nada.
- Ok. Como quieras.


- Te lo dije. Mira cómo conduce.
- Calla, no me pongas nerviosa.
- Está borracho tía, y el otro también. Le diré que se detenga.
- Espera. Si le dices algo se enfadará.
- Tenemos suerte de ir por esta carretera, no hay tráfico. Sólo veo arena.
- Sí. Verás que no ocurrirá nada, llegaremos bien.
- Mira, se está desviando ¿Adónde nos lleva?
- Joder. ¿Qué hacemos?
- Espera.

Me dirijo al conductor

- Oye.
- Qué, guapa, dice.
- Creo que nos vendría mejor que nos dejes por aquí porque... Oye ¿Ves el poste? ¿Lo ves? ¡Cuidado!


Gritos. Golpes. La arena entra por las ventanillas. Todo gira sin control. Pierdo el sentido de la orientación. Me asombra escuchar el sonido de mi ropa al desgarrarse. El rostro hermoso y sereno de mi madre aparece frente a mis ojos y entonces..

lunes, 12 de octubre de 2009

Teatro y amor.

Tengo que darme prisa, no llego. Me pondré el vestido que me regaló G., me sienta bien. Iré por última vez, ya he visto la obra cinco veces pero me ha pedido que vaya. Luego quiere ir a cenar. Le diré que prefiero que vayamos solos, ya cenamos con todos los actores ayer, espero que no quiera repetir hoy. Me caen muy bien pero siempre hablamos de lo mismo, que si la actuación de M. fue pésima, que si L. se quedó en blanco, que si F. sufrió unos segundos de pánico escénico al comenzar...
Tomaré un taxi, aquí llega uno. Me encanta ir porque siempre es diferente. Dios, cuánto me gusta verlo actuar. El momento en que la besa, en la escena de amor, ya no me molesta tanto. Sólo me concentro en la técnica. Tal vez huela mal como la última vez. Tiene que besarla aunque no le apetezca. Pobrecillo.
Aquí hay un buen sitio. Anda ¡Si las de adelante son R y F! Han aceptado la invitación. Cuando se entere G. le dará algo, lleva un mes intentando que vengan. Ojalá mencionen la obra en el programa que conducen, su carrera daría un gran paso.


 Durante el intermedio escucho claramente la conversación de las conductoras sentadas delante:

- ¿Has visto al argentino?
- Sí, está muy bueno.
- No sólo está bueno, es un gran actor.

El orgullo por mi chico me sale por los poros. Continúan hablando:

- Cuando acabe la obra iré a saludarlo al camerino.
- ¿Te acompaño?
- Creo que no, me apetece echar un polvo, no creo que se resista. Ya sabes como es esto. (risas)

¡Coño! Jodida cabrona, tengo que volar. Llegaré al camerino antes que ella y me plantaré a esperarlo, paso de la segunda parte.

Acaba la segunda parte, me encuentro en la puerta del camerino esperando a mi chico. Aparece R. y pregunta muy alegremente:

- Hola ¿Has visto a G? Me gustaría saludarlo. Ha sido una gran actuación.
- Todavía no ha llegado, también lo espero, digo con una amplia sonrisa.
- Ah ¿Y tú eres?
- Una amiga, miento. No quiero que se sienta condicionada, la opinión de la tía es importantísima en la carrera de G.
-Ya.

Aparece G. sudando y cansado. Cuando repara en R. se queda algo alucinado. Ella se adelanta, se presenta y le pide que la invite al camerino. Dice que le gustaría hablar con él en privado. Coño.
G. me mira, me guiña un ojo y la hace pasar. Me quedo fuera esperando y comiéndome las uñas. De pronto una sonrisa se dibuja en mi rostro recordando la noche anterior, y la anterior, y la anterior, y todas las que pasamos juntos. Seis meses increíbles. Las cenas abandonadas a medias por no poder aguantar las ganas. Aquella vez en la que comprobé su fuerza cuando en medio del sexo me elevó por los aires para llevarme a la cama porque se sentía incómodo en la cocina. Todo sin dejar de follar. Uf, tengo tanto y bueno en mi memoria.

La puerta se abre de golpe. Sale del camerino sonriéndome, me coge por la cintura, me mira con mucho amor delante de R. y dice: 'vamos cariño, es hora de cenar'


jueves, 8 de octubre de 2009

8 DE OCTUBRE.

Es un día diferente, un día en el que muchos nos hemos unido para hablar de algo en especial, la solidaridad. Hoy, más de 100 blogs hablaremos sobre ella, participaremos en esta iniciativa con lo que nos apetezca, un artículo, una opinión, relato, observación. En mi caso lo haré publicando un relato que escribí hace unos cuántos meses ya, así que algunos tal vez lo recuerden, expresa un poco lo que yo entiendo por solidaridad. Aquí lo dejo.


VEN CONMIGO.

De pie, esperando la luz verde del semáforo, la vi. La imagen golpeó mis sentidos. Inclinada sobre su bebé, intentaba cambiar su pañal manteniéndolo inmóvil sobre una enorme pila de periódicos que llegaba hasta su cintura, piel morena, rasgos indígenas, tres niños más a su alrededor, pequeñísimos, que se ofrecían para limpiar las lunas de los coches que se detenían en el semáforo, una imagen bastante frecuente en Buenos Aires, aún en los barrios más favorecidos. No pude evitar acercarme.


-Ven conmigo-dije
-Dame plata.
-No, ven conmigo.


Cogió a su bebé y me acompañó; entramos al super sorteando las miradas de desaprobación de la gente, eramos personas non gratas en aquel gran espacio lleno de comida y gente bien.

-Elige.
-¿Puedo?
-Puedes, pero contrólate.
-Si, gracias.


Eligió arroz, atún, pañales, agua, fruta, pasta, cepillos de dientes.. De vez en cuando me echaba una mirada para comprobar si le permitía continuar, estaba encantada, su mirada radiante, una leve sonrisa , y su bebé..una preciosa criatura de meses. Nos caímos bien, me gustó su criterio a la hora de elegir, eran cosas básicas y necesarias, nada de mariconadas que no alimentaban. Cuando salimos me dio las gracias, me costó despedirme, le cogí cariño en menos de quince minutos, así que tomé por costumbre llevar algo siempre conmigo y, cuando pasaba por el sitio donde se instalaba con los niños para trabajar (casi todos los días), se lo entregaba con un gesto cómplice, solía recibirlo con una sonrisa y un 'gracias señora'. Mi viaje llegaba a su fin, debía volver a Madrid, cuando me despedí, una lágrima se deslizó por su mejilla, y pensé que éste es un enorme y absurdo mundo que se dirige raudo hacia la autodestrucción. Quizá podamos volver a surgir de sus cenizas si intentamos, unidos, llevar a cabo los cambios necesarios para funcionar correctamente, mientras tanto, seguirá siendo un mundo de mierda para mucha, muchísima gente, nada podrá cambiar esa realidad, nada, nadie, nada, no hay políticos, no hay recursos, no hay acuerdos, no hay nada, estamos solos. Sólo importa el sentimiento, el impulso, el hoy, la sonrisa, la libertad, ya nada más importa.

sábado, 3 de octubre de 2009

Esta noche

Esta noche, cuando todos se hayan acostado, abriré una botella de vino blanco y daré la noticia a mi chico. No puedo imaginar su reacción. Lo único que sé es que no será negativa; estoy segura de su amor por mí.
En efecto, cuando se lo digo; en voz baja y al oído, sólo atina a besarme largamente. Nunca deja de sorprenderme su forma de transmitir lo que siente. Este hombre es adorable.
Permanecemos en la cama, relajados, mi cabeza descansa sobre su estómago. Me acaricia suavemente el cabello en silencio. Supongo que trata de digerir la noticia; lo hace a su manera, con serenidad.
No deseo estropear este momento con palabras. Ya habrá tiempo para hablar. Me duermo en esta posición, soñando con un futuro donde pueda ser libre de hacer o sentir, sin temor a hacer daño a nadie.
Despierto en la oscuridad al sentir una boca sobre la mía. Una lengua suave acaricia la mía. Es su forma de decirme que es feliz con la novedad. Me entrego a sus caricias y disfruto. Mis manos en su pelo, en su cuello, en su rostro. Sus manos en mi cadera, en mis muslos, en mis pechos. Mis ojos, fijos en los suyos. La vida es este momento, lamento que no dure eternamente. Al día siguiente amanezco radiante, más enamorada que nunca; y lo mejor es que tengo la seguridad de que él siente lo mismo. Lo leo en sus ojos y en su sonrisa. Serán nueve hermosos meses.