domingo, 2 de octubre de 2011

Ausencia

Con el alma atribulada, me niego a esperar, la espera mata todo intento, todo origen. Busco a ciegas. Derramo lágrimas que huelen a vida. Padezco tu ausencia sin armas, vencida a veces, rebelde otras. Me acerco cautelosa, acallando toda ilusión para no caer en picado al abismo del abandono, de puertas que no se abren. Continúo con poco, acariciando la esperanza, nada es imposible, todo está tan cerca que casi lo rozamos. Espérame sonriendo, con sábanas limpias y manos ávidas, ansío un rincón tranquilo que lleve tu nombre, remanso compartido que de sosiego a mis fantasmas.

1 comentario:

Emilio dijo...

La frase final, Andrea, es auténtica poesía.

Abrazos.