domingo, 20 de febrero de 2011

María

Dormía profundamente a su lado, su respiración acompasada la tranquilizaba. Había protagonizado la noche más extraña de su vida y ahora se sentía confusa. Volvían una y otra vez las imágenes: Erotismo en su punto máximo, temor, ternura, suavidad, entrega, gracia, intensidad como nunca antes, sumisión, exigencia, valentía, súplica, debilidad, sorpresa, ansias contenidas, deseos de escapar y lo contrario, piel y más piel, bañera perfumada y compartida, risas absurdas, hambre, miradas cómplices. ¿Amor? No. Sí. No. Sí. ¿Someterse a él? ¿Cambiar su esencia por completo? Podía levantarse y desaparecer, alejarse de aquella respiración pero no se atrevía, era demasiado bueno lo vivido y temía que no volviera a repetirse, asumió su cobardía. Volvió a admirar aquel cuerpo, disfrutó del temblor que recorría el suyo y susurró su nombre con absoluta entrega...María.

2 comentarios:

ELILUC dijo...

Momentos de entrega total!
un abrazo

Dean dijo...

Porque el amor nos hace cobardes, o valientes según el caso, pero no nos deja indiferentes.
Un saludo.