Conocerlo fue sin duda un bonito regalo de la vida, fueron pocos los momentos compartidos pero merecieron la pena. Un soplo de aire nuevo unido a una profunda empatía. Dejó que entrase en su vida sabiendo que no permanecería en ella mucho tiempo, abrió apenas su puerta. Su instinto le dijo que no tenía sentido implicarse demasiado, hay cosas que simplemente se saben. Todo resulta más fácil cuando no hay necesidad de hablar, hacerlo hubiese estropeado lo vivido.
miércoles, 9 de marzo de 2011
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3 comentarios:
Es cierto, en esos casos casi siempre es el silencio el mejor de los lenguajes.
Un abrazo.
Dejarse sentir y sentirlo... el tiempo que sea. ¡Hermoso!
el instinto es un lenguaje acertado que no necesita palabras...
cariños
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