sábado, 30 de octubre de 2010

Duda


Supo que sus ojos decían la verdad, imposible hallar falsedad en su mirada, y sin embargo dudaba. Dudaba. Aún sintiendo sus manos deslizarse con urgencia, aún besando y ofreciendo en libertad, aún sabiendo, recibiendo sin empacho su ternura, dudaba. Aún dejando su interior al descubierto, libro abierto destinado a la lectura, aún confiando ciega de lujuria, dudaba. Dudaba y dudaría, no había opción, amaría sin control pero dudando.

martes, 26 de octubre de 2010

Quien





Volvió a preguntarse con infinito cansancio cuando llegaría ¿Quién se atrevería a susurrar por fin, rozando su cabello, aquellas palabras que tanto deseaba escuchar? ¿Quién llenaría de gloria sus oídos, de dulzura su mirada? ¿Quién le bajaría ese cielo colmado de estrellas y disfrutaría con ella de la luna? ¿Quién? ¿Quién saciaría su deseo y su locura atravesando con valor sus más íntimas barreras? ¿Quién arrancaría el temor de sus entrañas? Lo recibiría con mil sonrisas en los labios, sería suya eternamente, plena de ternura y etérea entre sus brazos.

jueves, 21 de octubre de 2010

Hambre



- Tengo hambre.
- Ya voy cariño, espera un momento.
- No puedo esperar, me duele la tripa.
- Sí puedes, es sólo un momento, verás que bien te sentirás luego.
- Mamá, quiero patatas fritas.
- Vale, veré qué puedo hacer, todo para mi princesa.

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- Mamá, no me gustan.
- Come cariño, no seas caprichosa.
- Están frías.
- Están perfectas, crujientes y sabrosas.
- Huelen raro.
- Cariño, el cubo de basura del vecino estaba lleno, alégrate, tenemos tres días de comida asegurada.

sábado, 16 de octubre de 2010

Como la seda



Click en la imagen para ver el vídeo.


Texto leído en el III Encuentro de Poesía en la red, Alcalá de Henares, 18-09-10.


Como la seda, como la seda se deslizan tus manos, bajan con cuidado, recorren el camino trazado para ellas, despiertan instintos, provocan ansiedades, buscan, ofrecen, viven en mi. Soy de ellas, sucumbo a sus urgencias y exigencias. Las observo ir y venir en libertad, las amo, me derrito, espero impaciente, obtienen lo mejor de mi. Ante ellas emergen mi gracia y esperanza, no dejes que me abandonen. Mantenlas conmigo y en mi, sin ellas, dejo de ser yo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Hora


Cuando lo vio su pulso se aceleró. Coño, no comprendía la razón, su cuerpo actuaba sin su consentimiento, los colores subían a sus mejillas sin control. Detestaba que su aspecto hablase por ella, era ella la que debía llevar las riendas, sin embargo un simple mortal con brazos y piernas como todo el mundo lograba que sus manos comenzaran a temblar y que soltase por su boca esa especie de tartamudeo inverosímil, qué asco. Sólo alcanzó a dar media vuelta para comenzar a alejarse y así evitar males mayores, no se arriesgaría a mearse encima o algo peor delante de ese enemigo público, ese ejemplar condenadamente guapo que cortaba su respiración. Cuando se marchaba sintió un leve golpecito en el hombro, casi se desmaya al girar y descubrirlo frente a ella, un brevísimo jadeo se deslizó en el aire.

-¿Me dices la hora? (sonrisa)
-¿La hora? (Joder, no tengo reloj)
-Sí, la hora.
-No, no te digo la hora.
-¿Por qué no?
-Porque...
-Vale, adiós.
-Espera, no te diré la hora pero te diré otra cosa.
-Dime.
-¿Te apetece tomar un café?

(Sorpresa, segundos torturantes de espera)

-Mmm, vale, vamos si quieres.
-Quiero.

(Esta vez fue ella la que soltó una sonrisa seductora, más seductora imposible)

Vino el café, luego los nombres, las miradas, los roces, luego el amor el amor el amor, y entonces comenzó la historia más bonita de todos los tiempos, la mejor, porque claro, cada historia de amor es la mejor, la más intensa. Duró algunos años, casi como las anteriores. Antes del final lo miró con aplomo, llevaría consigo las experiencias vividas para dirigirse a su nuevo destino, allí esperaban nuevos brazos en los que refugiarse, nuevos caminos, esta vez intentaría hacerlos suyos para permanecer en ellos hasta el final de sus días, no más búsquedas, su corazón se encontraba agotado de acumular emociones, era hora de echar el ancla.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Refugio


Salir de su refugio implicaba un gran esfuerzo, los sonidos e imágenes del exterior la golpeaban sin piedad. Amaba su soledad más que a nada, en ella se sentía libre aunque a veces la asaltara una especie de angustia repentina sin motivo aparente. Imaginaba mil historias, la suya a la cabeza. Añadía condimentos a su pasado para imaginar cómo hubiese sido su presente, creaba futuros asombrosos en su mente, se divertía. Creía firmemente que la humanidad no evolucionaba, más bien todo lo contrario, la gente se comunicaba a través de las redes sociales, el mal humor imperaba y los países luchaban entre sí, los niños padecían los errores de los adultos y las mujeres sostenían a sus hombres casi sin ganas ya. No existía nada interesante fuera, nada, todo lo bueno estaba al alcance de su mano: Su portátil, sus pelis, su música, su comida. La última vez que visitó el mundo exterior su cabeza comenzó a dar vueltas, los hombres la perseguían como si nunca hubiesen visto a una mujer. Susurraban cosas, se acercaban impacientes. Corrió desesperada y una vez en casa decidió no volver a salir nunca más, esperaría una próxima vida. Habitaba en ésta por equivocación.