sábado, 26 de junio de 2010
Silencios
- Dime tu nombre.
- ¿Para qué?
- Pues, para dirigirme a ti.
- No me apetece.
- Y qué te apetece.
- Guardar silencio.
- Ok, no hablemos entonces.
- Vale, pero podrías mirarme, hablarme con los ojos.
- No sé si sabré hacerlo.
- Venga, lo harás muy bien.
(Medio minuto de intensas miradas)
- Para, estoy a punto de derretirme.
- ¿Lo hago bien?
- ¿Bien? Has nacido para esto.
- Es el momento del beso ¿No crees?
- Sí, el beso pero...
- ¿Pero?
- Soy muy enamoradiza, tal vez no sea prudente.
- Me arriesgo.
- Ni siquiera sabes mi nombre.
- Me invento uno.
Se lo inventó, me besó y me llamo así hasta el final de nuestros días.
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5 comentarios:
Con tus ojazos azules hiper expresivos enamorarías a cualquiera. Un abrazo.
Me gusta todo el diálogo, Andrea, pero lo que me encanta es ese "medio minuto de intensas miradas". ¡Me suena mucho a algo que viví hace poco!
Un saludo.
Las palabras del silencio definieron el futuro de los diálogos.
Un beso a mi ausente Andrea, Who.
Quien con los ojos dice todo, quien amansa los silencios hasta que ronronean sin un solo ruido, quien sabe mi nombre, mis latidos... todo, de memoria, sin que yo diga una sola palabra... esa persona, esa persona es quien quiero para mí. (que bueno que ya la he encontrado).
Un beso, me encantó tu texto.
Muchas veces no son necesarias las palabras, muchas veces las palabras juegan en contra por que son las mismas palabras que endulzamos también las que envenenamos, con las que generamos dolencias y matamos. Que bello el significado de las miradas....
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