martes, 7 de junio de 2011

Sudores

La engañaba, nunca fue capaz de demostrar lo que verdaderamente sentía, temía que conociese su lado más sensible. ¿Para qué? Ese lado mejor dejarlo para los débiles, los frágiles. El sentimiento que ella le inspiraba era casi un tormento, lo desgarraba por dentro. Un día lo miró y dijo: 'Creo que necesitamos un respiro, no me siento amada.' Sus rodillas comenzaron a temblar, un sudor frío lo invadió, dejándolo al borde del desmayo. Nada de lo pudiera decir haría que ella comprendiese la verdadera magnitud de su amor. En un segundo tomó consciencia de los enormes errores cometidos y se dispuso a llevar su duelo, sintiendo el clavo ardiente del fracaso instalarse con fuerza en el centro de su pecho.

6 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Y penó su ausencia en silencio, gritando tan solo con sus ojos cerrados, mientras la perdía.

Antonio Martín Bardán dijo...

Pues creo que ese es el justo momento en que debería mostrar ese lado sensible suyo, ¿no?

Un saludo, Andrea.

Mixha Zizek dijo...

Esta entrada me rcordó a mi msima en un instante de mi vida, estuviste allí?
Me encanta esta entrada, besos

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Hola, hermosa: he vuelto a releer tu micro aquí. Ya te tengo fichada en mi blog y cada vez que escribas algo los duendes me avisarán.
Saludos.

Dean dijo...

¿Será que el verdadero amor ya no existe?
¿O será que nunca ha existido?
Un saludo.

Pilar dijo...

El fracaso está en no intentar cambiar un poco, corregir esos errores, mostrar ese lado sensible y hacer que ella se sienta amada. Tal vez ya sea tarde, pero siempre hay que intentarlo.
Besos.