- Tengo hambre.
- Ya voy cariño, espera un momento.
- No puedo esperar, me duele la tripa.
- Sí puedes, es sólo un momento, verás que bien te sentirás luego.
- Mamá, quiero patatas fritas.
- Vale, veré qué puedo hacer, todo para mi princesa.
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- Mamá, no me gustan.
- Come cariño, no seas caprichosa.
- Están frías.
- Están perfectas, crujientes y sabrosas.
- Huelen raro.
- Cariño, el cubo de basura del vecino estaba lleno, alégrate, tenemos tres días de comida asegurada.
7 comentarios:
Me sorprendiste, Andrea.
Un abrazo fuerte.
Un poco triste pero tan real como siempre, lo que unos tiran le puede servir a otros.
Un saludo.
No sé por qué me esperaba algo así. Me gustó, un abrazo
El pueblo pobre siempre se acuesta con hambre…y el gordo terrateniente no puede dormir por haber ingerido tanto alimento…Abrazos hambrientos de almas sedientas
Siempre me pregunto si el despedicio de otro no és la riqueza de algunos, y acá está plasmado. Real, muy real para los tiempos que corren.
Un beso Andrea.
Juan
Uf!!! Qué duro y qué bueno al mismo tiempo!
Felicidades; es un placer leerte siempre.
Besos
http://iiiencuentropoesiaenred.blogspot.com/
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