
Volvió a sentir aquel zumbido persistente en los oídos, nunca lo comentó con nadie ¿Para qué? Probablemente nadie le creería. Intuía el momento exacto en el que él pensaba en ella, sus oídos no fallaban, entonces corría hacia el teléfono para llamarlo y lo confirmaba. Lo vería en una hora, llovía, se vistió deprisa y salió a la calle segura de sí misma. No utilizaba perfumes, nunca llamaron su atención, necesitaba su olfato para oler otras cosas, la vida rebosaba olores. Consiguió mirarlo a los ojos a través de la bruma, se acercaba a paso firme y con una sonrisa ¿Lograría decirle hoy que lo amaba? Siempre se echaba atrás, coño, no se decidía ¿Y si lo asustaba? Algunos hombres se asustan con tanta facilidad...Además, ella tampoco deseaba oírlo. Sólo necesitaba cariño ¿Para qué complicar las cosas? Bah, mejor no decir nada, se limitaría a mirarlo y a besarlo, a sonreírle, a vivirlo, con eso cubriría su necesidad de afecto mental y corporal, el tiempo se encargaría de continuar escribiendo el guión, ella se encontraba ya muy cansada de hacerlo, disfrutaría sin culpa de su pereza emocional.