
Tocó fondo consciente de ello, sabía que llegaría el momento. Una vez allí descubrió que no era como lo había imaginado. En el pasado solía creer que tocar fondo significaba precipitarse al desastre más absoluto. Hoy no, hoy comprendía que tocar fondo no era más que finalizar una etapa que dolía. Como si no hubiese otra forma, así debía de ser, tocando fondo. El fondo era oscuro pero cómodo, triste pero transitorio. Comenzó a emerger, primero con lentitud, desconfiando de aquella luz. No sintió daño alguno; se decidió y continuó emergiendo con prudencia. En el camino tuvo algunas visiones agradables, comprobó con alegría que todavía algo despertaba su interés. Nadie lo esperaba al otro lado pero no sintió temor: Confió en sí mismo por primera vez, cansado ya de no hacerlo, y se dispuso a dar el primer paso hacia una nueva meta decidido a no dejar pasar la última oportunidad que la vida le ofrecía, ya no habría otras, no quedaban años suficientes.