Todo o nada, sin grises, todo extremos, todo valor, todo elemento. Egos insatisfechos, comedias preparadas, sólo palabras. Y tú, con tu virgen conciencia, habitas una vida por demás contaminada.
Con tu absurda esperanza, ya no crees en personas, en promesas ni en palabras. Presa de temblores que agitan tu descanso por las noches, duermes aferrándote a tu única y vital creencia: Tú.