La vi de pie, esperando la luz verde del semáforo, la imagen golpeó mis sentidos. Inclinada sobre un bebé, intentaba cambiar su pañal manteniéndolo inmóvil sobre una enorme pila de periódicos que llegaba hasta su cintura, piel morena, rasgos indígenas, tres niños más a su alrededor, pequeñísimos, que se ofrecían para limpiar las lunas de los coches que se detenían en el semáforo, una imagen bastante frecuente en Buenos Aires, aún en los barrios más favorecidos. No pude evitar acercarme.
- Ven conmigo, dije.
- Dame plata.
- No, acompáñame.
Cogió a su bebé y me acompañó, entramos al super sorteando las miradas de desaprobación de la gente. Eramos personas non gratas en aquel gran espacio lleno de comida y gente bien.
- Elige.
- ¿Puedo?
- Puedes. Pero contrólate.
- Sí, gracias.
Eligió arroz, atún, pañales, agua, fruta, pasta, cepillos de dientes. De vez en cuando me echaba una mirada para comprobar si le permitía continuar, estaba encantada, su mirada radiante, una leve sonrisa , y su bebé...una preciosa criatura de meses. Nos caímos bien, me gustó su criterio a la hora de elegir, eran cosas básicas y necesarias, nada de mariconadas que no alimentaban. Cuando salimos me dio las gracias, me costó despedirme, le cogí cariño en menos de quince minutos, así que tomé por costumbre llevar algo siempre conmigo y, cuando pasaba por el sitio donde se instalaba con los niños para trabajar (casi todos los días) se lo entregaba con un gesto cómplice, solía recibirlo con una sonrisa y un 'gracias señora'. Mi viaje llegaba a su fin, debía volver a Madrid, cuando me despedí, una lágrima se deslizó por su mejilla, y pensé que este es un enorme y absurdo mundo que se dirige raudo hacia la autodestrucción. Quizá podamos volver a surgir de sus cenizas si intentamos, unidos, llevar a cabo los cambios necesarios para funcionar correctamente, mientras tanto, seguirá siendo un mundo de mierda para mucha, muchísima gente. Nada podrá cambiar esa realidad, nada, nadie, nada. No hay políticos, no hay recursos, no hay acuerdos, no hay nada, estamos solos. Sólo importa el sentimiento, el impulso, el hoy, la sonrisa, la libertad. Ya nada más importa.